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La vida en el móvil y los adolescentes

Adolescentes y móviles

Es una realidad que las personas adolescentes de hoy están todo el día conectados, adolescentes y móviles van siempre juntos hoy en día. Viven hiperconectadas a los móviles, tablets, ordenadores, y demás dispositivos. Su vida no puede entenderse sin el mundo 2.0. Aunque siendo justos, no podemos decir que solo las personas adolescentes, ya que las personas adultas también vivimos prácticamente conectadas las 24 horas del día.

Estamos en la era de la tecnología, en la era de internet. Eso, como casi todo en esta vida, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Una de las preguntas que más me llegan es: «¿A qué edad es recomendable que tengan su primera tablet o su primer móvil?» Mi opinión: cuando más tarde mejor.

A mí personalmente me duele cuando veo niños muy pequeños enganchados a una Tablet. No les toca, no tienen edad, y, además, su sistema visual no está preparado para ver pasar los fotogramas a la rápida velocidad. Creo que los niños pequeños tienen edad para estar ensuciándose en el suelo, descalzos y trasteando juguetes.

Y en cuanto a los móviles, no le veo la necesidad de tener un móvil antes de secundaria. Incluso a esa edad no tienen capacidad total de gestionar una herramienta que, aunque tiene una utilidad, comporta bastantes riesgos. Pero es una opinión, no una norma, ni mucho menos.

Hablemos de adolescentes y móviles

¿Qué entendemos por adicción? Según la OMS, Adicción es un hábito conductual que crea dependencia, que crea ansiedad la falta de esa conducta. Por tanto, ¿existe la adicción a los dispositivos móviles? ¿Existe la adicción a las redes sociales? Hay psicólogos que constatan que sí existe y otros que respaldan que no, como es un fenómeno tan reciente aún no podemos contrastar y hay que seguir analizando factores.

Pero a mí no me gusta hablar de adicciones, si no de usos y abusos. No hay que demonizar los dispositivos móviles, son herramientas útiles que hoy en día forman parte de nuestras vidas, de sus vidas. El problema es cuando pasan de hacer un uso a un abuso. Cuando su vida gira entorno a ello. Cuando se dejan el móvil en casa y parece que se va a acabar el mundo. O si no saben pasar una tarde sin la tablet o el ordenador.

Pongámonos en antecedentes. ¿Por qué les “engancha” tanto? Porque cuando los usan sienten satisfacción, gracias a la segregación de la dopamina. Son una fuente de entretenimiento global y en nuevo modo de relacionarse. Además, para ellos son herramientas innatas, han crecido con ellas, no entienden un mundo sin móviles u ordenadores. Antes, llamábamos en una cabina telefónica y salíamos de casa sin teléfono, hoy en día eso sería impensable.

Son las herramientas que usan para buscar información de modo rápido e inmediato. Eso es muy útil, se ahorran viajes a la biblioteca y llenar la estantería de grandes enciclopedias, pero crea una difícil relación con el esfuerzo y la paciencia. La inmediatez, la rapidez, hace que se frustren ante cualquier acontecimiento que requiera esperar. ¿Os imagináis a los adolescentes de hoy en día sin wifi y teniendo que bajar a la biblioteca? ¿O teniendo de escuchar los ruidos del router durante diez minutos antes de que se encienda? No, ellos tienen una duda y en un segundo lo buscan, pero la vida no es hacer un clic y obtener una respuesta.

Por otro lado, es a través de esos dispositivos donde se relacionan en mayor medida. Claro que también lo hacen en el instituto, obviamente, pero es a través de las pantallas donde se liberan más. Pueden relacionarse con más gente, con gente que vive lejos, y mantener el contacto de modo inmediato. Eso es fantástico, pero se relacionan tanto en el mundo 2.0 que pierden habilidades sociales en el mundo real. Es muy fácil dar la opinión tras un avatar o un chat, o incluso atacar, pero luego muestran poca asertividad ante los problemas. Por eso cada vez se dan más casos de ciberbullying.

¿Cómo sé si mi hijo tiene dependencia?

Algunos indicativos de que está haciendo un abuso y dedica demasiado tiempo del que debería son:

  • Se pierde actividades de la vida cotidiana.
  • Se vuelve menos comunicativo.
  • Está irritable cuando no las puede utilizar.
  • Reduce las relaciones familiares y sociales.
  • Baja el rendimiento académico.
  • Es lo primero que mira cuando se levanta y lo último cuando se va a dormir .

Visto así seguramente pensaréis que muchos cumplen estos indicativos. Muchas las personas adolescentes se vuelven menos comunicativas y se pasan el día y la noche con el móvil pegado a la mano. No hay que hacer saltar alarmas antes de tiempo, pero sí intentar observar cuando se vuelve algo demasiado frecuente, tanto que hace que reduzca las demás facetas de su vida.

Adolescentes y móviles, ¿Cómo les ponemos límites?

  • Hay que poner límites des de pequeños, educar en cómo utilizarlas en su justa medida.
  • No eliminar de forma abrupta, es mejor hablarlo con ellos y pactar para racionar un horario de modo conjunto.
  • No utilizarlas como herramienta de chantaje, eso suele crear más necesidad y ansiedad.
  • Informar de los peligros, pero sin demonizar ni educar des del miedo.
  • Educar para un uso saludable y responsable. Un buen modo es ponerles una tarifa reducida (1 GB/mes por ejemplo). Es un modo de enseñarles que si lo usan sin medida se van a quedar sin datos hasta el mes siguiente.
  • Dar ejemplo. Si nosotros mismos nos pasamos el día con el móvil, es incoherente pedirles que no lo hagan ellos.
  • Apagar las notificaciones. Muy recomendable para todos, incluidos lo adultos.
  • Poner unos horarios y unas normas. Yo suelo proponer como indispensables las siguientes: nada de utilizar en la mesa, para estudiar o hacer deberes fuera de la habitación, y desconectar para dormir.

Espero que os haya sido útil este post y que lo pongáis a la práctica con vuestros hijos o hijas adolescentes pronto. Desconectad las herramientas digitales y ¡conectad en familia!

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