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Cómo poner límites a los hijos adolescentes

Cuando hablamos de cómo poner límites a los hijos adolescentes nos pensamos que es algo de la primera infancia, algo para lidiar con las rabietas y la etapa del no. Pero los límites hay que ponerlos en cada etapa, incluida la adolescencia.

Para prevenir que nuestros hijos o hijas adolescentes caigan en conductas de riesgo, como son el abuso del alcohol, el consumo de drogas, o las relaciones sexuales sin protección, entre otros, hay que mantener unas pautas educativas y estrechar la relación con ellos.

Hay la creencia extendida que las personas adolescentes son unas irresponsables, pero no es así, los adolescentes son una población generalmente sana, vulnerable a caer en conductas de riesgo, sí, pero son más responsables de lo que nos pensamos. Con un buen acompañamiento emocional pueden llegar a ser personas autónomas, sanas y responsables.

Y también hay extendida la creencia que sus padres o madres ya no pueden influir en su conducta, pero si se tiene una estrecha relación de comunicación, las personas adolescentes están mucho más dispuestas a actuar como esperamos de lo que nos pensamos. Al fin y al cabo, las personas adultas somos sus figuras referentes, uno de los principales agentes influenciadores. Por eso, un buen vínculo afectivo es indispensable para guiarlos en su desarrollo emocional.

En función de la forma en que educamos a nuestros hijos tendremos más o menos control sobre su comportamiento, y los ayudaremos, o no, a ser personas autónomas y a desarrollar un estilo de vida saludable.

Apoyo y control para saber cómo poner límites a los hijos adolescentes

Debemos equilibrar las funciones de apoyo y de control en la educación de los hijos adolescentes. El apoyo da respuesta a las necesidades básicas de los hijos: amor, apoyo emocional, reconocimiento, etc. El control responde a la necesidad de orientar, guiar y supervisar la conducta de los hijos.

Si solo aplicamos control no estamos creando un vínculo afectivo con nuestros hijos. Por contra, si solo aplicamos apoyo no les estamos poniendo unos límites claros. Y sí, los límites son necesarios para su desarrollo emocional.

Es muy importante equilibrar el apoyo y el control en la educación de los menores, a todas las edades, pero sobretodo durante la adolescencia. Equilibrando el apoyo y el control en la educación de los hijos los ayudaremos a ser más capaces para hacer frente a los retos y las dificultades, así como evitar posibles conductas de riesgo.

Por eso, no se trata solo de poner reglas y normas, también de demostrar que estamos a su lado, que nos tienen si nos necesitan, que somos sus referentes y sus figuras de seguridad. Darles la tranquilidad emocional de saber que pueden contar con sus padres o madres, para poder aprender a ser personas autónomas a vuestro lado.

La importancia del vínculo afectivo en la educación de los adolescentes

Cuando el vínculos afectivo entre padres y hijos es fuerte y la relación es buena, las personas adolescents aceptan con más facilidad las reglas y las normas. Durante la adolescencia, aunque a veces parece que no, los hijos o hijas también necesitan el vínculo y el apoyo de los padres y madres.

Una buena comunicación favorece la unión y la buena relación, y permite educar de una manera más eficaz. Escuchar con interés y tener en cuenta lo que dicen es fundamental para poder influir positivamente en lo que hacen, y a posterior, para saber cómo poner límites de una forma coherente y positiva.

Debemos hablar de los riesgos, pero sin educar desde el miedo. Sin tener temas tabús, ya que no hablar de ello no hará que dejen de existir. Una buena estrategia para empezar conversaciones es aprovechar las preguntas que os hagan, utilizar comentarios o situaciones cotidianas para hablar: mirando una serie juntos, la primera vez que salen de fiesta, o si os cuentan que algún compañero suyo se ha emborrachado. Compartir espacios de diálogo juntos es indispensable.

Y tenéis que hablar con ellos como sus padres, ¡no sus colegas!

Ser coherentes para saber cómo poner límites a los hijos adolescentes

Para educar se debe predicar con el ejemplo. Las personas adultas somos su modelo de conducta, por eso es muy contradictorio decirles por ejemplo que no fumen si nosotros fumamos. También es muy contradictorio que les digamos que no beban y nosotros bebamos en todas las reuniones sociales, realizando una asociación del alcohol con algo divertido. Por eso, la influencia que ejercemos sobre las personas adolescentes puede ser positiva (factores de protección) o negativa (factores de riesgo).

A muchos padres o madres les preocupa que los hijos o hijas puedan entrar en contacto con las drogas ilegales, pero a menudo no tenemos suficiente conciencia de los riesgos que representa fumar tabaco o abusar del alcohol, dos comportamientos muy extendido entre los jóvenes y que pueden tener un impacto muy negativo sobre la salud de los jóvenes. Que los hijos/hijas caigan en conductas de riesgo o no tiene mucho que ver con los valores que les transmitimos y los límites que les ponemos los adultos.

Poner límites es poner normas, y es totalmente necesario, ya que poner límites a los hijos no es sólo controlarlos, es también educarlos. Si en casa hay normas los hijos aprenden a cumplirlas y saben que no hacerlo tiene consecuencias. Se dan cuenta que no pueden hacer sólo lo que les apetece, que tienen responsabilidades y que deben cumplirlas.

Pero no nos podemos limitar a poner normas, también hemos de ayudarles a que desarrollen un sistema de valores propio y que sean responsables. Cuando se muestran responsables y cumplen las normas familiares, es necesario que reforcemos esta conducta mediante el elogio y el reconocimiento verbal.

Pero hay que tener en cuenta que es normal que los adolescentes a veces incumplan estas reglas. Cuando esto ocurre, hay que hablar de los motivos y las circunstancias que los han llevado a hacerlo. Y nunca hay que juzgar, hay que penalizar el acto, no a la persona. Además, habrá que imponerles una consecuencia, previamente pactada, en función de la gravedad de su comportamiento. No sancionar el incumplimiento de las normas, o hacerlo unas veces sí y otras no, hará que dejen de cumplir las normas más a menudo.

Y recordar, no se enfrentan a vosotros para el simple hecho de desafiar, si no que están probando los límites y a la vez se están probando a ellos mismos. ¡Respirad!

  • Normas claras para adolescentes

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