La adolescencia es una etapa del desarrollo que transcurre entre la infancia y la edad adulta, un periodo en el que las personas dejan de ser niños/niñas para desarrollar sus capacidades tanto físicas como psíquicas, así como las sexuales que les permitirán poder reproducirse. Es una etapa con muchos cambios y en la que los jóvenes son mucho más vulnerables ante algunas conductas de riesgo para la salud, como es el consumo de alcohol.
El consumo de alcohol en adolescentes es un problema que se inicia cuando los jóvenes empiezan a desarrollar su propia imagen, la que buscan potenciar ante los demás. Esto hace que busquen integrarse en grupos sociales y esto les puede llevar a desarrollar comportamientos de riesgo como el consumo de alcohol. Está demostrado que los hábitos dentro del entorno familiar y con las amistades son fundamentales a la hora de prevenir o fomentar este consumo de bebidas alcohólicas.
Durante la adolescencia también se desarrolla una sensación de vulnerabilidad y fortaleza que también puede contribuir a que consuman drogas y alcohol. Es por ello, por lo que se considera a los adolescentes una población de riesgo ante estas conductas de riesgo. Y siendo aún menores de edad, y estando su cuerpo aún en pleno desarrollo, estos consumos pueden suponer un riesgo para su salud.
Los adolescentes tienen una mayor vulnerabilidad
Al no haber alcanzado aún la etapa adulta y encontrarse en proceso de desarrollo y formación, el consumo de alcohol en adolescentes es un grave problema, ya que puede tener un gran impacto negativo sobre su salud. La ingesta de bebidas alcohólicas tiene riesgos a nivel de salud física, pero los daños de mayor consideración se producen en su salud mental.
Como su cerebro está en desarrollo y crecimiento, es un periodo en el que se adquieren diferentes capacidades en el mismo, como son el razonamiento, la planificación, la capacidad discursiva, el procesamiento de la información y todas las propiedades que hacen referencia al pensamiento abstracto, entre otros. El consumo de alcohol en adolescentes puede estancar este proceso de desarrollo y hacer que estas personas, de adultas, tengan carencias importantes en cuanto a tener un pensamiento maduro.
También se debe tener en cuenta que este consumo de bebidas alcohólicas en la etapa adolescente perjudica las zonas del cerebro que se encargan del aprendizaje y de la memoria, que también están en pleno desarrollo, y que pueden perjudicar a la hora de almacenar recuerdos y mantener la concentración y atención, unas habilidades que son imprescindibles y que pueden tener graves consecuencias.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «el consumo de alcohol en adolescentes afecta la conducta, pudiendo desarrollar un comportamiento agresivo que afecte las relaciones sociales». Y hay otras conductas que están directamente relacionadas como mantener relaciones sexuales sin protección por estar bajo los efectos de las bebidas alcohólicos, aumentando los riesgos de contagio de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Según las estadísticas, los datos preocupantes indican que los adolescentes cada vez se inician antes en el consumo de alcohol.
Estrategias para abordar el tema en casa
La teoría está muy bien, es necesaria conocerla, pero seguramente lo que más te preocupa es saber cómo abordar el tema de consumo de alcohol con su hijo o hija adolescente.
En los adolescentes sentarnos a charlar directamente muchas veces no funciona, se suelen sentir ‘atacados’. Si tenemos un adolescente muy comunicativo funcionará, pero si es poco comunicativo seguramente no será un buen modo de abordar el tema. La mejor estrategia con los adolescentes siempre es aprovechar un momento casual compartido, como por ejemplo viendo una película o una serie juntos, y comenzar una conversación comentando de manera informal, como quien no quiere la cosa, al ver una escena donde los jóvenes beben:
«¿Qué piensas de que los menores de edad beban alcohol?»
«¿Hay chicos o chicas de tu clase que beben?»
«¿Qué riesgos crees que puede tener beber alcohol?»
Y si ves que la conversación fluye y que no se cierra en banda, puedes seguir preguntando, pero siempre con un tono conciliador, nunca acusador:
«¿Y tú, has bebido en alguna ocasión?»
Debemos tener en cuenta que con los adolescentes educar desde el miedo y la prohibición no funciona, no me cansaré de repetirlo. Además, advertir a los hijos/hijas que no deben beber alcohol en una sociedad en la que se asocia las bebidas alcohólicas con el ocio y el placer es bastante complicado. Recordemos que la mayoría de los adultos en cada celebración y fiesta bebemos alcohol, relacionando éste con la diversión (Navidad, fin de año, cumpleaños, bodas …).
Entonces, su discurso como padres/madres debe ser el siguiente:
«No quiero que bebas alcohol, eres menor de edad y legalmente no puedes beber alcohol. Pero, si lo haces, aunque yo no estoy de acuerdo, hazlo con seguridad. No mezcles bebidas alcohólicas nunca. Haz pausas entre copa y copa bebiendo agua. Y, sobre todo, si te encuentras mal, llámame, sea la hora que sea, llámame. El alcohol puede marcar la diferencia entre una noche divertida y una mala noche. Terminar vomitando no es divertido. Terminar en urgencias menos»
Se que muchos padres/madres vais a poner las manos en la cabeza al leer estas palabras, me pasa mucho en las charlas para padres de adolescentes que realizo cuando expongo este discurso. Puede parecer que les estamos dando permiso, pero no es así. Hay que ser contundente en el «no estoy de acuerdo que bebas», pero también en el «si te encuentras mal llámame». Creedme, educar con el miedo y la prohibición no funciona. Si quieren beber van a hacerlo, con vuestro permiso o no. Por eso, vuestro deber como padres/madres es darles estrategias para que, si beben, lo hagan con la mayor seguridad posible.
En conclusión, dados los peligros del consumo de alcohol en adolescentes es muy recomendable el llevar a cabo estrategias y charlas de prevención que fomenten el evitar que sea ingerido por los adolescentes, haciéndoles ver los riesgos que tiene para su salud y su futuro. Pero, también proporcionarles herramientas para que, si consumen, lo hagan con el menor peligro posible.