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El Cerebro del Adolescente

¡Es cerebral, no es personal! El Cerebro del Adolescente

Este mantra se la escuché hace unos años al psicólogo Jaume Funes, referente en adolescencia, en una entrevista, aunque también la he visto últimamente en las redes sociales por distintas profesionales. Y es que no puede ser más acertada y resume perfectamente cómo es el cerebro del adolescente.

Cuando hablamos de adolescencia, hablamos de un proceso de maduración biopsicosocial. Se trata de una etapa que junto a los cambios fisiológicos propios de la pubertad, incluye cambios psicológicos y sociales a los que, para hacerlo aún más enredado, se unen los cambios propios de la maduración del cerebro.

Y, por si fuera poco, todos estos cambios y modificaciones tienen una asincronía temporal. Es decir, cada una de esas transformaciones sigue su propio ritmo, sin avisar ni anticipar, y sin mantener un orden entre los demás cambios. Para que nos entendamos, yo lo explico de este modo:

“Se trata pues de una gran orquesta sin dirección. Cada instrumento toca a su rollo, sin un orden lógico, sin comunicarse entre los demás. Es un absoluto caos.”

Entender esto ayuda, en gran medida, a entender cómo se siente una persona adolescente en muchos momentos, y por qué viven a menudo estos cambios de humor que tanto nos inquietan a las persona adultas.

El desarrollo cerebral según las etapas de la adolescencia

Es complicado situar el inicio de la adolescencia, y como seguro habéis leído, esta cada vez se alarga más. Cada persona y cada cuerpo vive los cambios a su ritmo. Pero para poder intentar situar la adolescencia desde un punto de vista cronológico podemos decir que se trata de un periodo vital de unos ocho años de duración que, a su vez, se puede dividir en tres etapas:

  • La primera adolescencia: etapa entre los 12 y los 14 años en la que se produce la mayor parte de los cambios físicos y biológicos, que se mantendrán durante toda la adolescencia.
  • La adolescencia media: etapa entre los 15 y los 17 años en la que los cambios de estado de ánimo y emocionales adquieren una mayor intensidad y frecuencia.
  • La adolescencia tardía: desde los 18 a los 20 años, cuando la independencia y separación de los padres es mayor y toma especial importancia la toma de decisiones y responsabilidad.

Así mismo, si la adolescencia es sinónimo de cambio y se relaciona con la maduración, cómo se organiza y cómo madura el cerebro se convierte en algo de vital importancia para comprender esta época de transformación por la que están transitando las personas adolescentes.

El cerebro del adolescente paso a paso

Para poder entendernos, y sin querer entrar en profundidad en el tema del desarrollo del cerebro ni de las estructuras cerebrales, creo que una mínima información es necesaria para poder seguir entendiendo cómo funciona el cerebro del adolescente. Voy a tratar de explicar cómo está organizado nuestro ordenador central y cuáles son las partes más importantes que lo conforman.

Para una mejor comprensión de cómo es el cerebro del adolescente debemos centrarnos en el sistema encargado de regular las emociones: el sistema límbico. Este se trata de un entramado complejo cuya función clave es integrar las emociones y dirigir los instintos. Además, también se encarga de la realización de nuestros recuerdos, es decir, de la memoria emocional. Por eso, no podemos esperar que una persona adolescente dirija sus emociones de manera racional, si su cerebro sigue madurando.

A la vez, el sistema límbico está formado por diferentes estructuras las cuales tienen algunas de sus funciones íntimamente relacionadas entre sí:

  • El hipotálamo. Aunque no es más grande que una canica, juega un papel decisivo en nuestra supervivencia. El hipotálamo está constantemente recibiendo información del cuerpo y mandando las órdenes necesarias para mantener nuestro equilibrio interno (u homeostasis). Además, también es el protagonista principal en el control del sueño, el hambre y la sed, incluso de nuestros impulsos sexuales. También es clave en la regulación de nuestro estado de ánimo, aunque el principal protagonista en este campo recae en la amígdala.
  • La amígdala. La función más relevante de la amígdala es la conexión de las emociones con el resto del cerebro, tanto de las conductas relacionadas con las emociones, como con la memoria emocional. De este modo, tras sentir una emoción, primero la amígdala activa nuestras reacciones fisiológicas, y después ofrece esa información al lóbulo frontal, más concretamente a la zona prefrontal, para que las analice y tome la mejor decisión con respecto a esas emociones. Durante la adolescencia, se produce un desequilibrio entre el análisis y la toma decisiones, ya que prima más lo emocional que lo racional.
  • El hipocampo. Entre las funciones del hipocampo destaca la memoria y el aprendizaje y, de manera más específica, la transformación de la memoria a corto plazo en recuerdos a largo plazo. Además, esta conversión resulta clave en el aprendizaje. Además, el hipocampo también es determinante tanto en la generación como la recuperación de recuerdos. Se podría decir que el hipocampo actúa como el Google del cerebro, como un buscador de recuerdos que activa otras muchas regiones del cerebro, como si fuera un motor de búsqueda que sabe donde están guardados esos recuerdos, esos archivos o libros de memoria.

Dicho de una manera muy resumida, el desarrollo cerebral del adolescente se produce en tres direcciones al mismo tiempo: de la zona posterior (occipital) hacia la anterior (frontal); del hemisferio derecho hacia el izquierdo; y de abajo a arriba (desde el tronco cerebral y el sistema límbico) hacia el neocortex.

Por tanto, la parte del cerebro plenamente desarrollada en las personas adolescentes es la emocional. Saber esto nos ayudará a entender esa intensidad y desborde emocional que sienten en plena adolescencia.

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