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Las primeras salidas nocturnas de los adolescentes

La libertad es una competencia que, junto a la autonomía e independencia, debe ir adquiriendo de manera progresiva toda persona adolescente, aunque para ello debe respetar las normas y los acuerdos a los que haya podido llegar con sus padres/madres o tutores. Las primeras salidas nocturnas de los adolescentes son una de las situaciones más complejas a las que se enfrentan los padres y madres y de las que les producen más preocupación, por lo que se deben tener en cuenta una serie de aspectos que vamos a detallar a lo largo de este artículo.

En primer lugar, se debe tener en cuenta que, independientemente de la situación de la pareja -de haberla-, los padres deben adoptar una posición común sobre las salidas de su hijo o hija antes de hablar sobre de ese aspecto. Hay que educar como un equipo, buscando que ambos emitan el mismo mensaje claro hacía la persona adolescente. Por ello, deben ser ambos los que den el permiso para salir, así como las normas o los horarios a establecer. Es importante que la educación de los adolescentes y todas las decisiones relacionadas con ellos se tomen entre los dos, y que además sean coherentes. Hay que evitar ejercer de lo que se denomina “poli bueno-poli malo”, eso solo produce incoherencia y debilita los límites que se quieran establecer.

Una vez se ha alcanzado el acuerdo entre las personas adultas, será el momento de hablar con el hijo o hija adolescente para dejar claro lo que se ha decidido. Lo mejor será plantear una charla con suficiente antelación y elegir un buen momento para hablar, un momento en el que todos los miembros estéis tranquilos y haya tiempo suficiente para poder hablar con calma. Se debe evitar la improvisación y los mensajes de última hora, ya que su utilidad es prácticamente nula. Tampoco se debe encarar el mensaje desde el miedo o las amenazas, hay que dialogar con serenidad y escuchar la opinión del adolescente.

Hablar sobre las primeras salidas nocturnas de los adolescentes

La comunicación sobre las primeras salidas nocturnas de los adolescentes debe ser fluida, pudiendo debatir todo con ellos. Además, es mejor hacer preguntas abiertas y evitar las que vuestro hijo/hija adolescente pueda contestar con un simple “Sí” o “No”. Dejar que se exprese y escuchar su opinión sobre el asunto es muy importante para ayudarle en su proceso de maduración. También se deben evitar los discursos largos, así como las descalificaciones, acusaciones o reproches, ya que son contraproducentes.

Aunque se debe tratar siempre de llegar a acuerdos, los padres o tutores deben permanecer firmes ante cualquier chantaje emocional de sus hijos, siendo firmes y argumentando sus razones para no ceder. Por poner un ejemplo: cuando los adolescentes dicen el típico “Es que va a ir todo el mundo menos yo” para intentar convencer a sus padres de poder salir. Si habéis decidido que no es un sitio adecuado para su edad, y se lo habéis argumentado bien tras escuchar sus argumentos, no debéis ceder.

Es importante que, para las primeras salidas nocturnas de los adolescentes, se pongan normas y límites claros, pidiéndole a tu hijo o hija adolescente que te diga qué va a hacer, dónde va a ir y con quién va a salir. De esta manera, los adultos podréis decidir si es adecuado o no y anticipar posibles situaciones de riesgo. Por ejemplo: a lo mejor habéis decidido que sí dejáis que vuestro hijo o hija vaya a la fiesta del barrio, pero no a una discoteca. Hay que argumentar esa decisión y luego mantenerla, y, con el tiempo, en función de su edad y su comportamiento, estos límites se pueden volver a debatir.

La hora de llegada a casa en las primeras salidas nocturnas de los adolescentes

También debe tratarse la hora de regreso a casa, que es uno de los conflictos más habituales en todas las familias con hijos adolescentes. Las personas adolescentes siempre quieren salir más rato, es normal a su edad, buscan ese modo de ser independientes de las personas adultas. Por eso, cada familia debe determinar el límite horario. Lo mejor es buscar horarios que sean estables y que sean progresivos, ampliándolo en función de la edad y la madurez del adolescente, así como de su grado de cumplimiento de los acuerdos que se han establecido. Por ejemplo: si a los 14 años hemos decidido que puede salir hasta las 22h, a los 15 años podemos poner hasta las 23h la hora de regreso. O podemos por ejemplo poner una hora durante el invierno y tener una hora más tarde en verano. Lo fundamental es dejarlo claro y pactado desde el principio.

Es importante resaltar que todo este proceso debe formar parte de una conversación conjunta. Aunque la última palabra la tengan los adultos y sean los padres los que deben establecer unos límites firmes con su decisión, hay que escucharla opinión del adolescente. Hay que hacerles partícipes de la decisión, darles el voto de confianza como personas responsables, y pactar unas consecuencias si no se cumplen. Algunos ejemplos de un buen planteamiento serían:

«Hemos decidido que como ya tienes X edad puedes salir un rato por la noche con tus amistades, pero solo por el barrio.»

«A ver, cuéntanos hasta qué hora salen tus amistades y es posible que nos replanteemos dejarte salir un rato más, siempre que nos demuestres que eres responsable.»

«Lo siento, pero la respuesta es no, pensamos que para tu edad salir hasta las X es más que suficiente.»

«Te damos un voto de confianza dejándote salir por la noche, pero debes demostrar que eres responsable. Si nos demuestras que eres responsable vas a poder salir más días. Si nos demuestras que no eres responsable dejaremos de confiar en ti y por tanto no podrás volver a salir hasta que recuperemos la confianza.»

«Recuerda que salir por la noche es de personas responsables, por tanto, esperamos que te comportes como tal, confiamos en ti.»

Las primeras salidas nocturnas de los adolescentes son un tema delicado a tratar con las personas adolescentes y jóvenes, y por eso es fundamental una buena comunicación para evitar conflictos. Muchas veces se cree que evitando que salgan de noche va a evitar que se metan en conductas de riesgo, pero no siempre es así. Lo que hay que hacer no es evitar que salgan, sino educar para que si salen lo hagan con responsabilidad. Debemos darles herramientas para gestionar las situaciones que se pueden encontrar y salir de ellas con seguridad.

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