En muchos hogares, la comunicación entre padres e hijos adolescentes es la gran asignatura pendiente, y es vivida por ambas partes como un conflicto diario. Los padres y madres no saben cómo buscar un buen momento para sentarse y hablar con sus adolescentes, ya que muchas veces el problema es que nos saben cuál es la mejor manera para hacerlo. Los hijos adolescentes reclaman más independencia y menos supervisión de sus padres.
Muchos padres y madres se quejan del silencio de sus hijo o hija adolescentes, lo que los lleva a preocuparse y a preguntarse cómo mejorar la comunicación con los hijos adolescentes.
Como he mencionado varias veces en el blog, la comunicación entre padres e hijos es fundamental para mejorar la relación familiar. La prevención, tan necesaria en esas edades, empieza por una buena comunicación entre padres e hijos.
Consideraciones para mejorar la comunicación
Para que tanto adultos como adolescentes aprenden a comunicarse mutuamente, hay que tener en cuenta que conseguir una buena comunicación lleva su tiempo. No se consigue de la noche a la mañana. Hay que empezar a comunicarse desde pequeños y nunca dejar de darle la gran importancia que tiene.
Debemos tener en cuenta que la comunicación es un proceso de doble vía. Hablar con los hijos es importante, pero sin duda alguna lo primordial es escuchar. Es mejor no ser el protagonista en la conversación, el adolescente necesita sentirse especial y valorado. Es importante ceder el turno de palabra a tu adolescente, para que pueda expresar sus ideas, sus pensamientos y sus emociones. Sólo escuchando podemos conocer de verdad a un adolescente.
Además, debemos entender que cuando hablemos con los adolescentes no todo lo que escucharemos será de nuestro agrado. Es necesario tener una actitud emocional abierta, y nunca juzgar ni atacar sus opiniones.
Tipos de comunicación con hijos adolescentes
Para saber cómo mejorar la comunicación con los hijos adolescentes es importante conocer los tres tipos de comunicación que vamos a tener con hijos adolescentes:
- Comunicación vinculante. Es la comunicación del adolescente hacia el adulto. Es esa comunicación que nos dan de repente, sin planificar, sobre temas que al adolescente le parecen importantes, pero al adulto le parecen irrelevantes. Por ejemplo, cuando nos cuentan que un amigo se ha cambiado el corte de pelo, o cuando nos cuentan el último cotilleo de Operación Triunfo, y que lo hacen seguramente en un mal momento. Esa comunicación es vital no dejarla escapar. Hay que dejar de hacer lo que estamos haciendo y escucharlos, dar importancia a lo que nos están contando a través de la escucha activa. Si dejamos escapar esa comunicación vinculante los perdemos, posiblemente no van a volver a contarnos ninguna anécdota más.
- Comunicación efectiva. Es la comunicación del adulto hacia el adolescente. Es esa comunicación que le damos al adolescente en rol de autoridad, cuando le transmitimos normas, reglas, límites. Por ejemplo, cuando el adolescente deja tirada su mochila de deporte y le decimos que tiene que recogerla. Esa comunicación, para que de verdad sea efectiva debe ser clara y concisa, pero eso no significa que deba ser sumamente autoritaria. Hay que buscar un momento tranquilo para hablar con ellos y poner normas y límites en los que el adolescente puede participar, expresar su opinión, y así responsabilizarse.
- Comunicación afectiva. Es la comunicación bidireccional, es decir, en ambas direcciones. La comunicación tanto del adulto al adolescente como del adolescente al adulto. Es una comunicación fluida, distendida, de temas comunes. Por ejemplo, cuando estamos comiendo en familia y cada uno cuenta como ha sido su día, o qué planes le gustaría tener el fin de semana. Ese tipo de comunicación es vital para afianzar los lazos familiares, los vínculos afectivos. Por eso es tan importante comer en familia y conversar activamente, sin televisión ni móviles que distorsionen.
Recuerda que una buena comunicación entre padres e hijos adolescentes permitirá al adolescente sentirse apoyado, tomar decisiones apropiadas y ante una equivocación tendrá la oportunidad de responsabilizarse de las implicaciones de una decisión inadecuada. Establecer lazos de comunicación es tomar la dirección correcta para educar a un adolescente.
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