Yo soy de biberón
En mi anterior entrada ya conté que pensaba que la lactancia materna está sobrevalorada. Creo que se le da muchas más cualidades de las que tiene a nivel alimenticio, como si del Santo Grial se tratara. Ojo, que no pongo en duda que es un alimento idóneo para el bebé, ya que contiene todos los nutrientes esenciales para su desarrollo, protegiéndolo de alergias, diabetes y obesidad, siendo un alimento totalmente natural.
Cada vez se está concienciando más que la lactancia materna es lo más sano para el bebé, y se va creando un gran movimiento de defensores, la denominada La Liga de la Leche, para que madres que quieran dar el pecho reciban apoyo y asesoramiento. Es fantástico que algo tan natural se haya normalizado y que las mujeres que quieren puedan dar el pecho con total libertad. ¿Pero qué pasa con las mujeres que deciden no dar el pecho?
A medida que van saliendo defensores de la lactancia materna se empieza una caza de brujas con las madres que dan biberón
Se ha abierto una guerra de prejuicios y ataques que a nada bueno nos van a llevar. Y no, no exagero, yo misma lo he vivido. Profesionales de la salud que presionan insistentes qué hay que dar pecho a toda costa, sin tener en cuenta el estado de la madre. Miradas acusadoras cada vez que le das un biberón en el parque a tu bebé, como si de una lata de cerveza se tratara. Y la eterna pregunta de cualquier persona que ni te conoce:
– Le das el pecho, ¿no? – No.
– ¿Por qué?
Por qué. Como si tuviera que dar explicaciones a cualquier vecina. Jamás se me ocurriría preguntarle a una mujer que da el pecho por qué lo hace. Dar el pecho a cualquier precio no vale. Si lo das, y tanto tú como tu bebé lo disfrutáis perfecto, pero si tiene que ser un infierno (ya sea por dolor, ansiedad, que no gane peso…) no vale la pena. Así, sin más. Porque creedme, si vuestro bebé no come leche materna comerá leche de fórmula, y crecerá igual, pero a una madre no se la puede reemplazar, y una buena madre es una madre feliz.
Así que pido por favor ¡Basta ya! A ver cuando empezamos todas y todos a dejar de juzgar y a respetar.
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