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Los trastornos alimentarios en adolescentes

Trastornos alimentarios en adolescentes

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la comida y una obsesión por el control de peso. Son enfermedades que provocan consecuencias negativas tanto para la salud física como mental de la persona. Los trastornos alimentarios en adolescentes son más comunes de lo que nos pensamos.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, pero también existen otros, como el trastorno por atracón (comer compulsivamente), la ortorexia (la obsesión por la comida sana) y la vigorexia (la obsesión por el ejercicio físico).

Son trastornos graves, que se pueden superar si la persona hace tratamiento con un equipo de médicos y psicólogos especializados, pero son tratamientos largos y complejos.

El principal problema que dificulta su tratamiento es la falta de conciencia de enfermedad por parte de la persona afectada, que hace que no sea capaz de ver la necesidad de hacer tratamiento ni los beneficios de este. Por eso, el papel de la familia es especialmente importante para intentar que la persona afectada reciba el tratamiento que necesita.

Señales de alerta de trastornos alimentarios en adolescentes

Aquí la familia tenéis un papel muy importante para estar alerta ante las señales de alarma que pueden estar relacionados con la posible existencia de trastornos alimentarios en adolescentes.

¡Ojo! No se tratan de criterios diagnósticos, no confirman la enfermedad, son señales que pueden informarnos sobre la presencia de la enfermedad, y, en caso de sospecha, acudir a un profesional sanitario especialista.

Os recomiendo que si veis que vuestro hijo o hija cumple varias de estas señales (o cualquier persona cercana) habléis con él/ella.

NOTA: como yo no soy psicóloga clínica, si no que soy psicóloga educativa, y mi campo de especialización es la educación y no los trastornos del desarrollo, la información de este párrafo de simptomología y factores de riesgo está sacada de la web Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia citada en este artículo.

En relación con la alimentación:

  • Utilización injustificada de dietas restrictivas.
  • Estado de preocupación constante por la comida.
  • Interés exagerado por recetas de cocina.
  • Sentimiento de culpa por haber comido.
  • Comportamiento alimentario extraño (velocidad ingesta, comer derecho, etc.).
  • Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida.
  • Aumento de la frecuencia y cantidad de tiempo que está en el baño.
  • Evitar comidas en familia.
  • Rapidez con la que se acaba la comida de casa.
  • Encontrar comida escondida, por ejemplo, en su habitación.
  • Encontrar grandes cantidades de restos de comida, envoltorios, en su habitación o en la basura.

En relación con el peso:

  • Pérdida de peso injustificada.
  • Miedo y rechazo exagerado al sobrepeso.
  • Práctica de ejercicio físico de forma compulsiva con el único objetivo de adelgazar.
  • Práctica del vómito autoinducido.
  • Consumo de laxantes y diuréticos.
  • Amenorrea en las mujeres (desaparición del ciclo menstrual durante, como mínimo, 3 meses consecutivos), como síntoma debido a la desnutrición.
  • Otros síntomas físicos debidos a la desnutrición: frío en las manos y pies, sequedad de la piel, estreñimiento, palidez o mareos, caída de cabello.

En relación con la imagen corporal:

  • Percepción errónea de tener sobrepeso.
  • Intentos de esconder el cuerpo con ropa ancha.

En relación con el comportamiento:

  • Alteración del rendimiento académico o laboral.
  • Aislamiento progresivo.
  • Aumento de la irritabilidad y agresividad.
  • Aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad.
  • Comportamientos manipulativos y aparición de mentiras.

Factores de riesgo para sufrir trastornos alimentarios en adolescentes

Factores individuales:

  • Predisposición genética. El riesgo de padecer un TCA se incrementa si hay el antecedente de un familiar con un TCA.
  • Rasgos psicológicos. Ciertos rasgos de personalidad como una autoexigencia muy elevada, perfeccionismo obsesivo, necesidad de control y rigidez cognitiva están muy relacionados con la aparición de un TCA.
  • Baja autoestima. Tener una baja autoestima, es decir, una valoración negativa e insatisfactoria de uno mismo/a incrementa la probabilidad de padecer TCA.
  • Imagen corporal negativa. Las personas que tienen una imagen negativa de su propio cuerpo son más vulnerables a la hora de padecer un TCA.
  • Adolescencia. La adolescencia es la etapa vital en la que existe un mayor riesgo de desarrollar un TCA. Se diagnostica TCA en personas de todas las edades, pero en la mayoría de los casos la enfermedad empieza durante la adolescencia.
  • Sexo femenino. De cada 10 casos de TCA 9 son mujeres y 1 es un hombre, por lo que ser mujer implica mayor riesgo de padecer un TCA.

Factores familiares:

  • Ambiente familiar desestructurado. Las personas de familias en las que no existe una estructura estable y segura tienen mayor riesgo de desarrollar un TCA.
  • Ambiente familiar sobreprotector. Aquellas familias en las que la comunicación y la dinámica familiar es excesivamente rígida, controladora y exigente pueden influir en el desarrollo de un TCA.
  • Experiencias vitales estresantes. Los cambios traumáticos en la estructura familiar como, por ejemplo, la muerte de uno de los miembros puede aumentar la probabilidad de TCA.

Factores Sociales:

  • Modelo de belleza imperante. El actual modelo de belleza, sobre todo femenina, que ensalza una delgadez excesiva, tiene un peso muy importante en el desarrollo de los TCA.
  • Presión social por la imagen. En los últimos años, el valor social de la imagen también ha ganado relevancia, sobre todo por la exposición constantemente de esta en las redes sociales, por lo que tiene un papel muy importante en la aparición de TCA.
  • Determinados deportes o profesiones. Ciertas actividades deportivas, debido al trato que hacen de la imagen y la delgadez, pueden favorecer la aparición de TCA, como por ejemplo el baled o la gimnasia rítmica.
  • Críticas y burla relacionadas con el físico. Las personas, sobre todo niños/as y adolescentes, que han recibido críticas o burlas con su apariencia física pueden presentar mayor tendencia a desarrollar un TCA.
  • El sistema de tallaje actual. El sistema de tallas de ropa actual es un sistema no unificado que tiene como resultado un patronaje heterogéneo de delgadez, que además resulta confuso para la población, puede influenciar en el desarrollo de un TCA.
  • La existencia de páginas web que hacen apología de la anorexia y la bulimia. En los últimos años han aparecido y se han reproducido a una velocidad vertiginosa, páginas que hacen apología la anorexia y la bulimia como «formas de vida» en lugar de como enfermedades mentales, bajo el lema “pro ana y mía”. Visitar este tipo de contenido puede influenciar en gran medida en el desarrollo de un TCA. Y también, en los últimos años, ha habido la aparición de retos virales en las redes sociales, retos que promueven los TCA.

Creencias falsas sobre los trastornos alimentarios en adolescentes

Aunque actualmente se conoce más sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria que hace unos años, existen algunas creencias falsas sobre estas enfermedades que es necesario eliminar:

  • La anorexia y la bulimia son los únicos TCA. FALSO. Además de la anorexia y la bulimia, existen otros TCA como el trastorno por atracón, o el trastorno de la conducta alimentaria no especificado (TCANE).
  • La anorexia es el trastorno más frecuente. FALSO. Tal y como refleja el Ministerio de Salud y Consumo, se diagnostican más casos de bulimia y trastorno de la conducta alimentaria no especificado que de anorexia.
  • Siempre que alguien sufre un TCA está muy delgado. FALSO. En muchos casos la apariencia física de la persona que sufre un TCA es normal. Es decir, no necesariamente está delgada o excesivamente delgada. Creer erróneamente que todo el mundo que sufre un TCA está delgado puede dificultar la detección de éste.
  • Los TCA no se curan nunca del todo. FALSO. Tal y como refleja el Ministerio de Salud y Consumo, alrededor del 50-60% de los casos la persona se recupera totalmente, un 20-30% lo hace parcialmente, y sólo un 10-20% cronifica la enfermedad. Lo que es imprescindible para la recuperación de un TCA es la realización de un tratamiento especializado.
  • Alguien que sufre un TCA lo tiene porque «lo ha buscado». FALSO. Los TCA son trastornos mentales que nadie elige sufrir. Son trastornos que provocan un intenso sufrimiento tanto a la persona afectada como a su entorno familiar.
  • Los TCA son cosa sólo de chicas jóvenes. FALSO. Aunque los TCA son más habituales en mujeres (9 de cada 10 casos son mujeres), afectan a ambos sexos. También se diagnostican en personas de todas las edades. Lo que sí es habitual es que la edad de inicio de la enfermedad se sitúe en la adolescencia, y una vez ha aparecido, la enfermedad acompaña a la persona hasta que ésta se pone en tratamiento.
  • Los atracones son un problema de fuerza de voluntad. FALSO. Cuando hablamos de bulimia y trastorno por atracón hablamos de trastornos mentales que se caracterizan por el hecho de que la persona afectada no tiene la capacidad de controlar su ingesta. De ninguna manera se trata de falta de voluntad.

Trastornos alimentarios en adolescentes

Los trastornos alimentarios en adolescentes se dan con mucha más frecuencia de lo que nos pensamos. Entre un 5% y un 10% de la población de entre 12 y 25 años sufre algún tipo de trastorno alimentario, y en los últimos dos años los casos diagnosticados han aumentado un 40%, posiblemente relacionados con la aparición de las redes sociales de culto a la imagen.

Si tenéis la sospecha que vuestro hijo/hija puede tener un Trastornos de la Conducta Alimentaria, os recomiendo sentarse tranquilamente a hablar con él/ella y explicarle que habéis notado algunas señales que os preocupan. Enumerad cuáles son estas señales sin que suene a acusación. El tono de la conversación debe ser tranquilo y empático, no autoritario.

Decidle que estáis muy preocupados por él/ella, sin regañarle, con comprensión y amo. Decidle que como lo queréis mucho os gustaría poder ayudarle. No intentéis que confiese nada, solo transmitirle vuestra preocupación y decidle que lo/la vais a apoyar sea lo que sea.

“Estamos preocupados, hemos estado observando que últimamente…….y nos parece que puedes tener un desorden alimentario. Queremos ayudarte, puedes contar con nosotros. No te vamos a juzgar”.

Buscad un buen momento para hablar, un momento en que estáis en casa sin prisas, en que esté él/ella está tranquilo y vosotros también. Respirad antes de empezar la conversación. Dadle opciones, los adolescentes no reaccionan bien cuando perciben la conversación como un ataque personal directo.

 “¿Por qué no llamas a la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia?”

 “Podrías obtener más información en un grupo de ayuda mutua”

“Podrías pedir hora a un nutricionista”.

Puedes ofrecerte a acompañarlo/a para obtener ayuda. Si no reacciona bien y se cierra en banda o se enfada, puede que no sea un buen momento, pero no dejéis por cerrada la conversación.

“Entiendo que ahora no te apetece hablar de esto, pero lo hablaremos en otro momento”.

Si niega que tiene un problema puede ser que realmente no lo tenga (aunque os lo parezca, no tiene porque ser un TCA), o que lo tenga y no esté preparado/a para admitirlo. No le ayudes a negarlo con tu silencio. Cuéntale las cosas concretas que observas y que te preocupan para que escuche el problema. Pero repito, que no suene a una acusación ni lo presionéis a confesar. Reafirmad que estáis dispuestos a hablar del problema con él/ella, pero solo si quiere y en el momento que él o ella considere oportuno.

No es buena idea emprender una guerra por la comida y pelearse por el tema del peso, ni manipular con sobornos o recompensas. Ninguna de estas tácticas funciona, al contrario. En los trastornos alimentarios intervienen aspectos de control, si se intenta controlar a la persona la enfermedad siempre ganará. No intentes cambiar su comportamiento, tiene que ser él/ella quien lo haga, ya que es el único/a que puede cambiarlo.

La clave está en hacerle sentir vuestro apoyo. Sí, se que suena a «poco», que si lees este artículo puede que lo hagas porque estás muy preocupado/a por tu hijo o hija y te suena a «poca solución», pero no es así. Y como siempre digo, ante una duda de salud, lo mejor es ir a un especialista.

Etiquetado trastornos alimentarios

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