Qué es el «pin parental» y cómo afecta a los adolescentes
Para responder a la pregunta de qué es el pin parental, debemos ponernos en antecedentes. El pin parental -que viene por planteamiento político– es una solicitud escrita que va a dirigida a los directores de los centros educativos en la que los padres o madres piden que se les informen previamente, a través de una autorización expresa, sobre cualquier charla, taller o actividad que se realice en el centro educativo en cuestiones sobre la identidad de género, el feminismo o la diversidad sexual, de tal forma que puedan dar su consentimiento para que su hijo o hija asista o no.
Este planteamiento -que viene de VOX- pretende implantar el pin parental porque considera que estos contenidos de educación sexual integral pueden ser «intrusivos» para la «conciencia» y la «intimidad» de los menores, y que son los padres/madres los que deben decidir si reciben dichos contenidos o no.
Con esta medida, se establece que se dará conocimiento a las familias de las actividades complementarias al comienzo de curso, que son impartidas por personal ajeno al centro educativo, para que puedan manifestar si está o no conformes y decidir si sus hijos asisten o no en dichas actividades.
Aunque suena a una medida de antaño, está en la orden de la actualidad. En agosto del 2019 se dictó una resolución con las instrucciones de comienzo de curso en algunas comunidades, y de hecho en algunas -como en Murcia- ya se ha implantado, y se pretende implantar también en otras más.
Uno de mis talleres de educación sexual con alumnado de ESO.
Por qué pretenden implantar el «pin parental»
El motivo político que sostiene este pin parental es que -según dice VOX- los contenidos de educación sexual que se dan en los centros educativos son «adoctrinadores» en cuanto a contenido de género y diversidad. Sostienen que las familias debe poder decidir y evitarlos, pues se atenta contra la libertad ideológica de los menores y dichas familias. Pero el verdadero motivo de este sector de la derecha, es que están en contra de perder el control de la educación sexual de los menores, una educación sexual que quieren que sea tradicional y cisheteronormativa.
Para hacer una comparativa, es similar a la existencia de un sector de la izquierda que se opone a que se enseñe Religión a sus hijos en los centros educativos. Pero la religión es una ideología, que se puede seguir o no, pero la educación sexual no se trata de una ideología, se trata de salud. Y aquí el debate real es si estos contenidos perjudican realmente o no a los menores y, por otro lado, si estas charlas son extracurriculares o no.
Mi opinión, como profesional, como psicóloga y educadora de adolescentes, y concretamente como educadora sexual, es que el pin parental no es más que una medida homofóbica, transfóbica, y machista, que va en contra de la libertad de los menores. La educación sexual es fundamental, y debería ser materia educativa obligada dentro del currículum escolar. No solo fomenta la salud física de los menores, si no también la salud emocional.
La Ley de Educación deja claro que todos el alumnado debe participar en las actividades complementarias que se dan en los centros educativos, pero con esta medida de pin parental -o veto parental como se han referido por redes sociales- se sostiene que, si una charla no afecta al contenido de la programación, la familia podrían sacar a sus hijo o hija de esas materia, dejando a estos alumnos sin estos derechos fundamentales.
Argumentar que estos contenidos son delicados y que prefieren enseñarles en casa, en vez de confiarse a personas que, en muchos casos, son ajenas al centro educativo, es una excusa. La gran mayoría de padres e hijos adolescentes no hablan de sexo. Y estos contenidos no hacen más que promocionar el respeto, la libertad, y la diversidad, a la vez que realizan medidas de prevención para la salud. No son adoctrinadores, son propulsores de los derechos.
Que se hable de homosexualidad no va a volver homosexuales a los chicos o chicas, afirmaciones como estas son absurdas y no tienen ningún sentido. Que se hable de sexo no va a hacer que los chicos y chicas practiquen sexo antes, si no que cuando lo hagan tengan herramientas para hacerlo con seguridad.
En una sociedad donde la pornografía irrumpe cada vez con más fuerza en edades muy tempranas, y donde los padres y madres muchas veces no están preparados para hablar de sexo con sus hijos o hijas, ni para contextualizar dichos contenidos sexuales, es conveniente que en los centros educativos se imparta educación sexual, de la mano de personas expertas en la materia, en beneficio de la convivencia de todo el alumnado y para que desarrollen una sexualidad libre, sana y respetuosa.
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